18-01-2013 José Reinoso
El producto interior bruto (PIB) de China creció un 7,8% el año pasado —hasta 51,93 billones de yuanes (6,24 billones de euros)—, el ritmo más lento de los últimos 13 años, según ha anunciado este viernes la Oficina Nacional de Estadísticas. El país asiático se ha visto castigado por la debilidad de los mercados exteriores, a causa de la crisis global. Sin embargo, los datos del último trimestre muestran que la segunda economía del mundo se está recuperando. El PIB ha subido en dicho periodo un 7,9%, frente al 7,4% del tercer trimestre, que fue el valor más bajo desde el primero de 2009.
Los datos de finales de 2012 han provocado optimismo entre los analistas e inversores, que creen que la locomotora china tomará impulso en 2013 tras dos años de relativa debilidad. El PIB subió un 9,3% en 2011, y un 10,4% en 2010.
El organismo estadístico ha asegurado en un comunicado que el comportamiento económico general del país “está siendo estabilizado”. “En la próxima fase deberíamos (…) centrarnos de forma prioritaria en cambiar el modo de crecimiento económico y mejorar la calidad y la eficiencia del crecimiento”. Su director, Ma Jiantang, ha añadido que la situación seguirá siendo complicada este año, pero que es probable que la economía estadounidense se comporte mejor de lo pronosticado.
La cifra del PIB para el conjunto de 2012 es la más baja desde 1999, cuando el alza fue del 7,6%. La ralentización se ha debido también a los pasos dados por el Gobierno para enfriar el mercado inmobiliario. Pekín se había fijado como objetivo para el año una subida del PIB del 7,5%, inferior al 8% de meta impuesta en años anteriores y que fue superada continuamente.
La recuperación emprendida en el trimestre pasado ha sido originada por la aceleración de la producción industrial en octubre y noviembre, el aumento de la inversión y un fuerte rebote de las exportaciones en diciembre (un 14,1% interanual, el valor más alto de los últimos siete meses).
Pekín ha optado en los últimos años por medidas de ajuste fino para impulsar la economía durante la crisis global —como el recorte dos veces de los tipos de interés a mediados de 2012 y tres bajadas del requisito de reservas que deben tener los bancos desde finales de 2011—, en lugar de poner en marcha otro plan de estímulo como el que lanzó en 2008 por valor de cuatro billones de yuanes (480.300 millones de euros al cambio actual), y que desencadenó un fuerte endeudamiento en las administraciones locales. A cambio, ha acelerado la inversión en infraestructuras, favorecido a los exportadores y creado incentivos para impulsar el consumo doméstico.
Al tiempo que ha advertido que las dificultades económicas globales pueden durar más de lo que se supone, los líderes chinos han prometido continuar la política de ajuste fino para mantener el crecimiento estable. Especialmente en este momento clave de transición política. Xi Jinping y Li Keqiang asumirán la presidencia del país y del Gobierno, respectivamente, en marzo, y han prometido llevar a cabo importantes reformas estructurales de la economía para conservar el crecimiento a largo plazo.
El Gobierno ha publicado este viernes también otros datos económicos. La producción industrial subió un 10% en el conjunto de 2012; la ventas minoristas —principal indicador del consumo— aumentaron un 14,3%, y las inversiones en activos fijos crecieron un 20,6%, hasta 36,5 billones de yuanes (4,38 billones de euros).
El departamento de aduanas anunció el jueves que el comercio total chino ascendió un 6,2% en 2012. Las importaciones subieron un 4,3%, hasta 1,82 billones de dólares, mientras las exportaciones lo hicieron un 7,9%, hasta 2,05 billones de dólares. El ritmo de aumento del comercio es inferior al 10% que se había fijado Pekín como objetivo para 2012, debido a la debilidad de la demanda global y la caída de los precios de las materias primas. La inflación el año pasado fue del 2,6%, frente a 5,4% en 2011.
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