Thursday, July 9, 2015

La enésima burbuja china


La enésima burbuja china

PEKÍN | Por Alberto Lebrón | ¿Imaginan un país capaz de perder, en sólo tres semanas, casi cinco veces lo que Grecia le debe a la Troika? Aunque parezca increíble, mucho más por el poco ruido mediático que ha hecho esta noticia, las bolsas chinas han perdido diez billones de yuanes. En euros, son casi un billón y medio, bastante más que todo el PIB de España.

Y lo peor, sin duda, es que aproximadamente la mitad de toda esa cantidad corresponde a préstamos otorgados para invertir en bolsa. Es decir, muchos no serán devueltos y el banco central chino ya está inyectando liquidez extra para paliar los efectos adversos de otra resaca más.

 

“La banca opaca, o shadow banking, lleva tiempo especulando muy agresivamente en los mercados bursátiles”, nos comenta Ma Yixun, del grupo financiero Caijing. Nuestra analista se refiere a los conocidos como “fondos paraguas”, ofrecidos por entidades no reguladas que captan depósitos para después invertirlos en acciones. El problema viene cuando se pierde tanto dinero que esos bancos informales, respaldados mayoritariamente por la gran banca comercial, no pueden hacer frente al pago de sus obligaciones.

 

Las burbujas en una economía con un sistema financiero tan restringido como el chino son bastante frecuentes. Sin embargo, este pinchazo bursátil es uno de los más graves desde que Shanghái reanudara su actividad en 1992. Las caídas, al cierre de este artículo, superan ya el 30%. Y el miedo al riesgo sistémico es algo que se puede palpar de forma generalizada. Hace algunas semanas, un conocido pekinés me preguntaba si los países extranjeros se estaban haciendo eco del colapso bursátil en China. Otro amigo, en sus redes sociales, publicó algunas fotos sacadas con motivo de una conferencia sobre crisis sistémica a la que habíamos acudido juntos tres meses antes. Y no son pocos quienes reconocen, resignados, haber perdido todos los beneficios obtenidos durante las espectaculares subidas registradas con anterioridad al crash. Poniéndolo todo en contexto, la bolsa china también se había disparado en los últimos 12 meses, un 238%.

 

El problema no son estas fluctuaciones tan bruscas, editorializaba recientemente la revista Caixin, lo realmente grave es que se hayan prestado 500.000 millones de euros en apenas un año para inflar los mercados. Si los fundamentales económicos no han cambiado de manera sustancial y hay tanta volatilidad es que alguien está haciendo mal su trabajo. Y todas las miradas, como es natural, apuntan directamente al regulador bancario.

 

El shadow banking, principal responsable de esta última burbuja bursátil en China, ya venía dando que hablar por los préstamos impagados del sector inmobiliario. Y ahora vuelve a estar de moda por haber inundado las bolsas con dinero altamente especulativo. Los ahorradores chinos, mientras no puedan sacar su dinero del país y continúen recibiendo bajos intereses por sus depósitos, realizarán inversiones de alto riesgo en sectores muy proclives a generar burbujas como bolsa y vivienda. Lo seguirán haciendo, además, fuera del radar de los reguladores. Y esto, naturalmente, genera muchas dudas sobre la credibilidad del sistema financiero chino.

 

¿Cuántos créditos se han extendido hasta ahora bajo el esquema de shadow banking? ¿Hay riesgo sistémico de colapso? Estas preguntas son clave, también, para intentar adivinar si la recién reventada burbuja bursátil puede tener algún efecto a nivel macroeconómico. La banca opaca china, según las últimas estimaciones publicadas por JP Morgan, oscila en torno al 70% del PIB. No parece una cifra excesivamente elevada, sobre todo en comparación con otras potencias económicas como Estados Unidos o Reino Unido, ni tampoco todos los préstamos concedidos por esta vía corren peligro de ser impagados. China, además, cuenta con artillería suficiente para frenar muchas de las turbulencias que pudieran derivarse del shadow banking. Por ejemplo, aquí hay depósitos cautivos equivalentes a todo el PIB estadounidense, los cuales no pueden retirarse del país. Precisamente, debido al control existente sobre los capitales, China también puede practicar una política monetaria expansiva sin tener que preocuparse por la fuga de capital extranjero ni del tipo cambiario. Todos estos recursos, por tanto, parecen suficientes para tapar agujeros bancarios relativamente grandes, estabilizar las bolsas o, si fuera necesario, hacer ambas cosas al mismo tiempo.

 

La bolsa china, a diferencia de otros mercados, no responde casi nunca a fundamentales económicos.Representa solamente una quinta parte del sistema financiero, el cual continúa dominado por cinco grandes bancos estatales que ya fueron recapitalizados sin pestañear hace ahora dos décadas, cuando la morosidad se disparó al 25%. Los flujos de capital extranjero, también para invertir en las bolsas, están restringidos al máximo. Y un supuesto efecto pobreza, o menos consumo derivado del actual desplome bursátil, tampoco es algo que vaya a tener un reflejo significativo sobre los próximos datos de PIB.

 

Las recientes caídas bursátiles preocupan únicamente por el efecto que puedan tener sobre un sector financiero de cuya banca opaca se desconoce prácticamente todo. Es miedo, simplemente, derivado de la incertidumbre. El banco central, y los inversores chinos, temen que esos balances fuera de control puedan amenazar la viabilidad del sistema financiero chino algún día. Estamos muy lejos, seguramente, de que el shadow banking pueda tumbar a las todopoderosas autoridades económicas y monetarias chinas. Pero esta burbuja última, o las bruscas subidas del tipo interbancario sufridas hace ahora dos veranos, debemos considerarlas como alertas tempranas de una amenaza real.  

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